Con los avistajes embarcados suspendidos por el coronavirus, Marisa Berzano habla de su trabajo e invita a los futuros viajeros.
Foto: Matías Bassi
Cuando sale de su casa para hacer los mandados, Marisa Berzano (41) estira el cuello, con la ilusión de ver alguna ballena en el horizonte de Puerto Madryn. Como ella vive a tres cuadras del mar y es capitana y guía ballenera desde hace diez años, durante la cuarentena por el coronavirus se conforma con distinguir, a lo lejos, alguna cola o soplido (el vapor de agua que expulsan los cetáceos al respirar).
Igual que a millones de personas, este 2020 le trajo la inédita experiencia del encierro desde marzo. Pero en su caso, la habitual oficina era una embarcación llena de turistas, que iban a las costas de Chubut para hacer avistajes de ballenas.
"Es el primer año que no las veo de cerca y extraño mucho el contacto con las ballenas. Me siento rara: mi vida era siempre al aire libre, en contacto con la naturaleza y, en especial, con el mar", cuenta Marisa Berzano, que trabaja desde hace cinco años en la empresa de avistajes Hydro Sport. Si bien se están preparando los protocolos de la actividad -en una primera instancia, para los residentes-, no hay una fecha precisa aún para la reapertura de las excursiones.
Berzano explica que para trabajar en las embarcaciones, los guías balleneros tienen que ser también capitanes, es decir, cuentan con la habilitación de Patrón motorista de zona especial que otorga la Prefectura Naval Argentina.
A su vez, la Secretaría de Turismo y Áreas Protegidas de Chubut dicta el curso de Guía de Fauna Marina que habilita el traslado de pasajeros para el avistaje de ballenas. Y cada tripulante cumple un rol distinto en alta mar.
En diálogo con Clarín, aclara: "La dotación mínima de seguridad exige la presencia de dos guías balleneros a bordo. Aunque a veces timoneo, me gusta más el rol de guía de fauna marina porque me permite estar más en contacto con la gente".
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