El investigador argentino Pablo García Borboroglu, ganador del llamado Oscar Verde, es finalista de un premio internacional para preservarlos.
Un verano en el sur y cientos de pingüinos empetrolados llevaron al biólogo marplatense Pablo García Borboroglu a dejar la carrera de Derecho y su proyecto de convertirse en diplomático para dedicarse a la investigación y a la conservación de estos animales, que están en riesgo por la contaminación del mar, los efectos del cambio climático, la sobrepesca y el ingreso de nuevos predadores.
“De las 18 especies de pingüinos en el mundo, 10 están amenazadas”, indica desde Chubut el investigador del Conicet en el Centro para el Estudio de Sistemas Marinos (Cesimar) del Cenpat y uno de los directores del Grupo de Especialistas en Pingüinos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), que elabora la Lista Roja de Especies Amenazadas.
“Las características de estos animales los hacen más vulnerables incluso que otras aves marinas porque no vuelan; solo ponen uno o dos huevos por año, en función de la especie, y nidifican en colonias, por lo que si hay un derrame de petróleo afecta a gran parte”
Explica García Borboroglu, quien en 2018 recibió de manos de la princesa Ana del Reino Unido el Premio Whitley de Oro, conocido como el Oscar Verde, por su trabajo en ciencia y conservación. Cada año, un ganador anterior del Premio Whitley es seleccionado para recibir el de oro entre los cerca de 200 galardonados.
Además de la competencia por la comida con las pesquerías, los químicos y la basura que llega a los océanos, también hay estudios que demuestran que el cambio climático perjudica a los pingüinos.
Según García Borboroglu: “Modifica la formación y el derretimiento del hielo y afecta mucho el hábitat que necesitan tanto para hacer nidos como para alimentarse”.
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