El Dr. Pedro Barón recordó a la Dra. Ana María Gayoso


El Dr. Pedro Barón recordó a la Dra. Ana María Gayoso en el reconocimiento por El Día de la Mujer en la Ciencia:

Ana María Gayoso
Fue una Bióloga Marina especializada en taxonomía de fitoplancton marino y una precursora en la oceanografía biológica en el país.
Se formó en la UNLP, obteniendo su doctorado a mediados de los 1970, con una beca otorgada por el CONICET. Sus primeras publicaciones (1975/76) trataron sobre la taxonomía de microalgas charophytas de los lagos y ríos del PN Los Alerces (Chubut).
En 1977 se incorporó al CONICET como investigadora y a partir de 1978 comenzó sus estudios sobre la comunidad fitoplanctónica del Estuario de Bahía Blanca en el Instituto Argentino de Oceanografía (UNS-CONICET), junto a colegas como los Dres. Rubén Freije y Jorge Zavatti.
Durante los años 80’s trabajó sobre diversas variables de las especies de microalgas del estuario, incluyendo tópicos como su fisiología, junto bioquímicos como los Dres Ricardo Pollero y Rodolfo Brenner (UNS), así como el cultivo experimental, el crecimiento, la producción de pigmentos y la ecología.
Sobre mediados de los años 80 realizó su primera estadía en la Escuela de Graduados de la Universidad de Rhode Island, EEUU, donde realizó estudios taxonómicos sobre una especie de diatomea del género Thalassiosira, bajo la dirección del Dr. Theodore Smayda, los que darían frutos en una diversidad de trabajos sobre la ecología del grupo y la formación doctoral de una de sus discípulas, la Dra. Cecilia Poppovich.
A fines de los 80’s y comienzos de los 90’s publicó uno de sus primeros trabajos sobre las floraciones algales con quien fuera su compañero de vida, el geólogo Vicente Muglia. Entre estos estudios, se destacó el hallazgo de una floración del cocolitofórido (flagelado dorado marrón = primnesiophyta) Emiliania huxleyi en aguas oceánicas frente del río de la Plata y otras especies de la comunidad planctónica. Una especie fácilmente detectable en imágenes satelitales debido a la señal óptica de su cubierta calcárea, cuyas altas agregaciones podrían tener una función relevante en el secuestro de CO2 atmosférico.
Estos trabajos dieron sus frutos en publicaciones clásicas tales como la relación entre la hidrografía superficial y las floraciones de algas en el frente de las corrientes de Brasil y Malvinas, junto con el Oceanógrafo argentino Guillermo Podestá, de la Universidad de Maimi.
Uno de los aportes apreciados por la comunidad científica aún en la actualidad, fue el inicio de una serie temporal de datos de larga duración sobre la dinámica poblacional de las microalgas más representativas del estuario de Bahía Blanca, continuada por sus estudiantes y colegas luego de su cambio de lugar de trabajo al Centro Nacional Patagónico a mediados de los 90’s.

Desde el inicio de este periodo, focalizó sus estudios sobre las microalgas productoras de toxinas. Uno de los hallazgos que marcó el ritmo y dirección de sus esfuerzos de investigación fue la asociación de un episodio de intoxicación masiva (alrededor de 40 personas con tratamiento hospitalario) durante la fiesta de inauguración del monumento al santo protector de los pescadores, San Francisco de Paola (curva del indio, Puerto Madryn), por la ingesta de cholgas y mejillones contaminados con la microalga (dinoflagelado) Prorocentrum lima junto al Dr. Néstor Ciocco, así como el monitoreo de la dinámica poblacional del dinoflagelado productor de marea roja Alexandrium tamarense, que provoca efectos letales y causa el cierre estacional de la pesquería de bivalvos del golfo San José anualmente.
Durante este periodo, y hasta su partida a fines de 2004, publicó varios estudios sobre la ecología de ambas especies, junto a estudiantes tales como la Lic. Karin Fulco e incluso con su hija, la Bioquímica Cecilia Muglia en plena etapa de formación doctoral por entonces.
Entre 1998 y 2000, estuvo a cargo de la vicedirección del Centro Nacional Patagónico, junto al Dr. Adam Pucci, periodo en el que marcando su impronta en la gestión de la institución durante un periodo crítico para el sector científico.
Ana fue una investigadora dedicada, curiosa y rigurosa con su trabajo.
Fue una excelente docente, que incentivó en muchos y muchas estudiantes (me incluyo) el interés por la oceanografía biológica, compartiendo su tiempo entre la investigación y su familia (esposa, madre de tres hijas –Ana, Beatriz y Cecilia-, y un hijo – el Dr. Juan Muglia, joven colega en el Centro para el Estudio de Sistemas Marinos del CONICET, todos apreciados ciudadanos y profesionales, dedicados al ejercicio de profesiones científicas y sociales). Su trabajo continúa teniendo vigencia, con decenas de citas de la comunidad
científica nacional e internacional.
Por todo esto, un sincero reconocimiento a su amor por la ciencia, y su compromiso con temáticas relevantes que van desde la productividad de los ambientes oceánicos a la salud pública, pasando por la gestión institucional.
Y agradecimiento a su familia, por acompañarla en su entusiasmo, curiosidad y tiempo dedicado a generar conocimiento de valor para la comunidad.